Dulces Sueños
enero 28, 2024Una estrella en ascenso…
Por Patricia Molina
El origen
Braulio nació para bailar. No lo supo desde el primer momento, pero con el tiempo, la vida se encargó de mostrarle el camino de la danza y hoy quiero compartir contigo un poco de su historia.
Tengo claro en mi memoria el recuerdo del día en que nos conocimos. Estaba sentado en la recepción de Coppelia con una playera roja de Bob Esponja y unos shorts a juego de algodón ¿cómo te llamas? le pregunté, “Braulio Alejandro Fernández Manzanilla” contestó con seguridad. Qué ternura me provoca cuando le preguntas su nombre a un niño y te lo enuncia completo con nombres y apellidos.
Braulio se puso de pie y pude notar que tenía cuerpo de bailarín: cuello largo, piernas fuertes, una sonrisa lista para iluminar al público y un brillo muy especial en su mirada. No sé cuánto tiempo duró la escena pero yo pude visualizarlo, fue como si algo muy dentro de mí me dijese: es él.
De inmediato me dijo que él no quería bailar, que en su primaria le exigían que presentara una constancia de estudios de una institución de arte, así que no estaba ahí por gusto. “No te preocupes Braulio, yo voy a hacer que ames el ballet”, le respondí. Y así comenzó su historia.
A los pocos meses de iniciar su entrenamiento, ya estaba logrando lo que otros niños habrían hecho en años. Su pasión era infinita, ese
niño que no quería bailar, era el primero en llegar a la escuela y el último en irse. Tomaba mis clases al igual que las de la maestra Laura, se quedaba a sesiones adicionales con Alejandro para trabajar su flexibilidad, porque eso sí, estaba duro como una roca. Todos los días entrenaba con mucho rigor y así fue que decidimos empezar a llevarlo a competencias de danza.
El pollito de mamá
Junto con las competencias, empezaron los viajes, los premios y también las dificultades. Braulio es el único hijo de Verónica Manzanilla, una mujer que desde el día uno en que su “pollito” empezó a bailar, se dio cuenta que tendría que soltarlo. Cada vez el destino era más lejano, los gastos rebasaban sus posibilidades; sin embargo, nada la detuvo. Braulio asistió a todos y cada uno de sus compromisos aún cuando ella tuviese que mirarlo de lejos, aún cuando le tocara ser la última persona en sostener sus medallas, pero él prometía y ella tenía que encontrar la forma de apoyarlo.
Así fue como Braulio se convirtió en el primer varón de Yucatán en llegar a las finales mundiales del Youth America Grand Prix de Nueva York. Ese viaje fue un sueño, todos fuimos con él, incluida su mamá. Sin importar si lograría llegar al medallero, era un orgullo inmenso el que nos invadía y de su mano, viajamos a nuestro primer destino internacional.
Decisiones
Tenía 11 años de edad el día en que ProVer llamó a nuestras puertas. Braulio quería ser profesional y aunque todos en Mérida trabajábamos arduamente a su lado, sabíamos que él necesitaba estar con maestros más experimentados que pudieran impulsar su carrera.
La primera escuela de ballet para varones estaba ofreciéndole una beca completa al que ya era conocido como el Billy Elliot yucateco.
Casa, comida, colegiatura, competencias, viajes, vestuarios, todo estaría cubierto.
La decisión ya estaba tomada, pero nuestros corazones nunca estuvieron listos. Dejamos a Braulio en Veracruz en noviembre de 2015, ahí entrenaría más de 10 horas al día y lo prepararían para un futuro profesional.
Creciendo en ProVer
Veíamos a Braulio 3 veces al año: una semana en Navidad, otra en primavera y dos semanas en el verano. Cada vez estaba más fuerte y apuesto, cada fibra de su cuerpo transpiraba danza. Lo estaba logrando.
Como alumno de ProVer tuvo oportunidad de viajar a Parma, Houston, La Habana, San Antonio, Nueva York, Orlando, lo que hizo que fuese adquiriendo grandes conocimientos artísticos y mejorando su técnica.
Se graduó en Cuba en la Escuela Nacional “Fernando Alonso” con el Grand Pas de Deux El Corsario con muy buenas notas y excelentes comentarios del sínodo.
Recuerdo cuando recibíamos sus llamadas… a veces feliz, a veces triste, pero el teléfono siempre sonaba con noticias emocionantes. Siempre estuvo cerca. Braulio no se olvidó nunca de su lugar de origen.
A las filas de la Nacional
Quizá mientras leas estas líneas puedas pensar que tuvo una vida de ensueño y que todo fue felicidad; o que tuvo la suerte de toparse con
las personas correctas que lo impulsaron. Pero la verdad es que no. Nada fue fácil en su camino.
Braulio es el hombre más trabajador, disciplinado y entregado que he tenido el privilegio de conocer. De niño creció con muchas limitaciones económicas y muy chiquito tuvo que dejar a su familia para cumplir el sueño de bailar a nivel profesional. Aún cuando lo visitábamos seguido en Veracruz, la distancia es tan dura que muchas veces dudamos de si lograría perseverar hasta alcanzar su meta.
¡Y vaya que lo logró! En el 2020 recibió su primer contrato con la Compañía Nacional de Danza de México. La felicidad infinita, aunque tendría que mudarse nuevamente, esta vez sería para empezar a vivir la vida que siempre soñó.
Hasta la fecha sigue siendo el primero en llegar y el último en irse. Entrena todos los días, cuida de su cuerpo y la disciplina que adquirió desde estudiante, la mantiene intacta.
Al poco tiempo, el teléfono sonó nuevamente. Braulio fue ascendido de cuerpo de baile a corifeo. Un peldaño más, que llevaba detrás meses de esfuerzo y trabajo constante.
Le vimos bailar Quijote, Lago de los Cisnes, La Fille Mal Gardée, Carmen, Cascanueces, La Sílfide y el Escocés y también piezas coreográficas de grandes exponentes contemporáneos. Se fue de gira a Alemania, a San Francisco y en cada periodo vacacional nos deleitábamos con sus historias en la mesa de su casa con los deliciosos guisos de mamá Rita y doña Vero.
Una estrella en ascenso
Braulio continuó su camino sin dar nada por sentado. Todos los días toma la barra agradecido por las oportunidades que se le han dado. Ejecuta sus clases de calentamiento como si de una audición se tratara y es que sí, cuando se está en una Compañía, cada día es un reto, hay que demostrar continuamente que estás preparado para el trabajo, que estás listo y que siempre puedes dar un poco más de ti.
Era el 15 de noviembre de 2023, recuerdo que me encontraba haciendo compras en el supermercado cuando el teléfono sonó: “¡maestra, maestra, maestra!” me gritó emocionado, “¡me acaban de ascender a solista!” su voz quebrada de alegría, mi corazón se hizo enorme en ese momento y casi le digo que no podía creerlo, pero la verdad es que sí que me lo creía. Braulio Alejandro Fernández Manzanilla el niño que tomaba clases de ballet a escondidas, el que se enojaba cuando algo no le salía, el que muy pequeñito metió toda su vida en una maleta y dejó vacío mi salón, acababa de recibir una promoción más que merecida. Ese día fue de celebración absoluta, de recordar cada instante vivido, de pensar en todas las veces en que quiso rendirse pero no lo hizo. “¡Lo logramos!” decía.
Inspiración
“El chatito” como le decimos de cariño, ha sido fuente de inspiración para muchos niños y jóvenes que persiguen el sueño de convertirse en bailarines profesionales. Su travesía da fe y legalidad de que los sueños sí se pueden convertir en realidad, siempre que estés consciente de que de vez en cuando, tocará nadar contra la corriente.
Si hoy me preguntaran qué es lo que más admiro de Braulio diría que su humildad. No son sus giros y sus saltos los que le abrieron las puertas en el mundo del ballet; fue su entrega, pasión y gratitud hacia todas las cosas buenas que le han sucedido.
Me encanta escucharlo al final de una función y que me cuente cómo disfruta de su arte. Lo maravillado que se siente cuando un nuevo rol se le presenta. Su compromiso, su eterno amor por el ballet.
No importa si baila en el teatro de la ciudad o en el Palacio de Bellas Artes, cada vez que Braulio sale al escenario sus ojos brillan tanto, que puedes ver a través de ellos el alma de un niño que se está forjando la vida de sus sueños.